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24/04/08
BAHIA AWA
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13/04/08
12/04/08
O home que abriu camiño ao mar

Me llamo Esperanza, aunque podéis llamarme Espe. Me llamo Esperanza y vivo en el desierto.
Muchas personas creen que el desierto está realmente desierto, pero eso no es del todo así.
Sáhara significa desierto, así que cuando la gente dice el desierto del Sáhara, es como si dijeran el desierto del desierto. De aquí en adelante diré simplemente que vivo en el Sáhara.
Me llamo Esperanza y soy una cabra que vive en el Sáhara.
Algunas nacieron aquí, y sus padres también, aunque este no sea un buen sitio para nacer y vivir. No es fácil siquiera para las cabras. Algún listillo dirá: “oye que las cabras no pueden hablar”. Bueno, yo respeto todas las opiniones. El caso es que yo soy una cabra y sé hablar. Y un día hasta aprendí a leer. Y no sólo eso. También se contar historias, y la que voy a contar sucedió allí en el Sáhara:
Luali encontró un día las botas de su abuelo al pie de la duna por la que los dos solían pasear. Le extrañó mucho pues el abuelo jamás habría olvidado aquellas botas, regalo de un extranjero que se había convertido en su hermano. Pensó que si esas botas estaban ahí, él andaría cerca. Quizá habría sufrido un accidente. El chico subió a una colina y oteó por los alrededores, pero no le vio. Gritó su nombre pero nadie respondió. Por respeto, decidió no tocar las botas por si su dueño volvía de algún corto viaje. El abuelo vivía solo en una casa de adobe, próxima a la de su familia. Luali no dijo nada a sus padres sobre su ausencia, y nadie se preocupó porque no hubiese llegado a casa porque a veces dormía en la jaima de algún amigo.

A la mañana siguiente, el anciano no había regresado. A la vuelta del colegio Luali encontró a su madre preocupada. Después de comer, volvió a la duna donde allí seguían las botas, intactas. Le buscó por los alrededores pero no encontró rastro de él. Al regresar al campamento, Luali vio a Chejdan con quien solia jugar a las damas.
- ¿Ha visto usted a mi abuelo?
- Tu abuelo ha ido donde quería ir – dijo el anciano.
- Pero ¿adónde?. Chejdan respondió con una frase enigmática
- “La cuerda te orienta hacia donde esta atada”.
- Hijo, a este paso, acabaremos por quedarnos solos.
Luali no volvió a saber nada de su abuelo.
Ya os he dicho que soy una cabra y que naci en el desierto. Mis hermanas y yo caminamos todo el dia por los campamentos escuchando noticias y chismes, y nos enteramos de cosas que no suele conocer mucha gente.
El abuelo de Luali se llamaba Ali Salem y había nacido junto al mar, en una aldea de pescadores. Tenia mujer y tres hijos cuando la guerra le llevó, primero a las trincheras y luego al campamento de refugiados.
Ali Salem vio como con el tiempo se levantaban jaimas y se alzaban casas de adobe. Pasó un año, y luego otro, y luego otro… sus hijos crecieron y tuvieron hijos…
El anciano pregonaba que un día dejarían ese lugar inhóspito y que volverían a sus casas, junto al mar. Se lo decía a sus amigos, pero también a los extranjeros que de vez en cuando iban a visitarles.
- Este es el ultimo año que pasaremos aquí - les decía – el próximo volveremos a nuestra tierra…
- Cruzando ese desierto llegaremos al mar. Y allí encontraremos nuestra tierra.
Nadie se preocupa de las cabras. La gente habla a nuestro lado sin percartarse siquiera de nuestra presencia. Luego nosotras comentamos lo que oímos…
- Nos han olvidado – oíamos murmurar a Ali Salem las ultimas semanas – el mundo nos ha olvidado.
- Ya no recuerdo el olor de la sal en el aire – se quejaba Ali Salem a otro anciano.
- Ni yo el sabor del agua fresca recién sacada de un pozo – respondía el segundo.
- Yo olvidé los colores de los prados a los que mi padre solía llevarme a pasear – se lamentaba un tercero.
Una mañana observé a Ali Salem entregar una carta a un amigo.
- Quiero que le des esto a mi nieto cuando cumpla 14 años – y le tendió un sobre.
Al dia siguiente, observé al anciano pasear por las dunas. Vi como se quito las botas y echó a andar. Le vi alejarse y traté de que volviera, lo juro. Le vi perderse en el horizonte, hacia el mar soñado.
Por las mañanas, Luali siguió yendo a la escuela, pero le costaba trabajo atender a sus deberes. Miraba a la ventana, no dejaba de pensar en su abuelo y se repetía una y otra vez un proverbio de sus antepasados: “la muerte es obligatoria, la esclavitud no”.
El chico preparó una mochila y cuando aparecieron las primeras estrellas, emprendió el camino hacia las dunas. Luali no se ha ido solo. Algunas cabras le acompañamos en el viaje. Si tiene sed, le guiaremos hacia un pozo o le daremos de beber nuestra leche. Si tiene hambre, le ofreceremos nuestra carne.
No es seguro que llegue. Es probable que no. Tal vez, un día, sus huesos y los nuestros aparezcan en la arena. Pero no importará porque a Luali le seguirán otros, y luego muchos más, hasta formar un sendero de huesos que nos guie hasta nuestras tierras, al borde del mar.
Quizá ese día, nosotras, las cabras libres, y ellos, los hombres y mujeres con esperanza, seamos noticia en algún periódico.
De Lápices para la PAZ
04/04/08
Maima Mahamud Nayem
“Están esperando que vayamos a la guerra para incluirnos en su lista de organizaciones terroristas.”
Una mujer emprendedora, luchadora, defensora de la educación y de la libertad.
Maima, ¿Cómo surgió la idea de la Escuela de Mujeres en Dajla?
Durante todos estos años el logro que habéis conseguido en la escuela es evidente. No sólo se han graduado 679 mujeres, sino que además ¿os autogestionáis por vuestra cuenta…?
Bueno autogestionarnos…no mucho, ya que dependemos del 100% de la Ayuda Internacional pero sí que es verdad que el verdadero logro lo tienen las mujeres por estimularnos a seguir en nuestro proyecto y conseguir el reto de obtener la confianza en nosotras mismas para adquirir conocimientos y formación ya que antes ellas preferían ser enseñadas por el más ignorante de los hombres que llegar a ser la más brillante de las mujeres.
¿Qué significado tiene para ti Maima, ser mujer musulmana en el siglo XXI?
Ser musulmana y mujer en este siglo no vende y muchas veces se nos mira mal por el pañuelo que llevamos o por color de nuestra piel. Para mí y para cualquier mujer musulmana, el verdadero reto y objetivo es cambiar la imagen del mundo musulmán en las mentes de los occidentales. No todos somos terroristas ni somos sumisas, ni debemos pagar los platos rotos de otras personas que tienen pensamientos extremistas. Recordar que el Sáhara es un país laico y el lugar de las mujeres saharauis es un lugar muy privilegiado comparado con las demás mujeres del mundo árabe y de Europa. Sólo para haceros una idea somos las únicas mujeres que no sufrimos el maltrato físico y nuestra sociedad ha impuesto la Ley de rechazar a cualquier hombre que levante la mano a una mujer.

¿Te has encontrado con alguna dificultad que son provocadas por los hombres saharauis?
En el Sáhara o en cualquier país del mundo a las mujeres nos cuesta más trabajo tener éxito y demostrar nuestra valía que a los hombres. Desgraciadamente esto es así. Además tenemos que trabajar el doble ya que nuestro proyecto no es muy prioritario con tantos otros proyectos que hay preferentes en los campamentos como es la educación de los niños y niñas, la alimentación de los refugiados o de la sanidad.
¿De qué forma abordáis la prevención, seguimiento de enfermedades asociadas a la mujer junto con el control de embarazo, parto y puerperio?
El Ministerio de Sanidad tiene un programa para que cada mujer embarazada tenga un seguimiento para ellas y su bebés recién nacidos pero tenemos la dificultad añadida de la falta de medios y de personal especializado lo que hace que muchas mujeres opten por las técnicas tradicionales, tanto así es que la mayoría de las mujeres dan a luz en sus jaimas en compañía de la familia.

Muchos niños y niñas viajan a España para pasar sus vacaciones de verano con diversas familias españolas. ¿Cómo se adaptan posteriormente estos niños a las duras condiciones del desierto después de ver la opulencia y el consumismo de Occidente Maima?
Para estos niños es una experiencia muy positiva porque les da un conocimiento profundo de lo que significa la vida moderna. Recuerda que todos han nacido en campos de refugiados, no tienen idea de lo que es la vida de Occidente, ni que es el agua corriente, ni la electricidad, así que para mí esas vacaciones les da una oportunidad además de las revisiones médicas, un cambio en la alimentación, etc. Es un complemento educativo también y es lo mínimo que podría hacer España por todos nuestros niños y niñas víctimas directos de este conflicto.
Se les puede preguntar a las familias españolas acogedoras si los niños quieren quedarse en España o irse con su familia en los Campamentos de Refugiados.
Los largos años de exilio, el olvido de la Comunidad Internacional y del Gobierno español... ¿cómo afrontáis vosotras el día a día este abandono?
No hay palabras que puedan describir nuestra decepción, con España y con la Comunidad Internacional. Les estamos ofreciendo una resistencia pacífica que nadie valora. Están esperando a que vayamos a la guerra para incluirnos en su lista de organizaciones terroristas. Eso es muy triste porque hay personas que están sufriendo este olvido, generaciones que van pasando de unas a otras con el único testigo del olvido.
Se escuchan voces de que el pueblo saharaui puede pasar a la lucha armada para que reaccione el mundo…¿Cual es tu postura frente a la guerra?.
Personalmente no me gusta la guerra y pienso que al final las guerras sólo traen penas, desgracias, huérfanos, viudas…en fin para qué sumar más sufrimiento al pueblo saharaui.
¿Acaso treinta años en el exilio no son suficientes para demostrar sus buenas intenciones?. Soy pacífica como cualquier saharaui de naturaleza, pero entiendo también más que nadie la rabia que sienten los saharauis por la debilidad de la Comunidad Internacional por resolver un conflicto clarísimo como es el nuestro. Y entiendo porqué quieren ir a la guerra cómo única solución a este conflicto interminable que ha costado muchas vidas y muchas pérdidas a todos.

¿Qué nuevos proyectos tienes para la Escuela de Mujeres y sueños para el pueblo saharaui?
Por lo tanto, lo que podemos hacer es seguir en lo estábamos haciendo, continuar en la formación, en el empleo y emancipación de las mujeres saharauis. Hacer la vida un poco menos difícil para las mujeres del campamento de Dajla, mediante la dotación de herramientas, para que puedan vivir con más dignidad y puedan colaborar en sus economías familiares y ayudar en la resistencia de los saharauis para la consecución de sus objetivos. Mi único sueño es que haya un rincón en este infinito mundo para los y las saharauis, que puedan vivir en paz ya que hasta los pájaros tienen un lugar en el cielo.
De Lápices para la Paz
01/04/08
Esquecidos
*Foto. Una clase en Dajla.
Es cierto, el pueblo saharaui permanece olvidado por parte no sólo de toda la Comunidad Internacional sino por aquellos que nos representan en el gobierno español. No merecen el suficiente interés en sus agendas. De repente parece que nuestros políticos han desaparecido después de la borrachera electoral, con poco o nada de programas de política exterior y mientras los refugiados saharauis permanecen a merced del viento y la arena.
Pero la vida sigue en el inhóspito desierto. El pueblo saharaui depende de la Ayuda Internacional, y muchas veces no se garantiza esa solidaridad. ¿Estamos ante una utopía? Observamos con desconcierto esa larga e interminable espera ante un referéndum que nunca llega y la sombra de la guerra está presente.
*Foto, salida de la escuela en Dajla.
Nuestro viaje es inminente, nos encaminados al campamento de Dajla que es uno de los cuatro grandes campamentos que constituyen los refugiados saharauis exiliados en Tinduf, debido a la mala descolonización de España y de la ilegal ocupación por el régimen alauita marroquí, desde el año 1975.
Nos iremos coordinando con la escuela de mujeres fundada por la magnífica mujer Maima Mahamud Nayem, representante de la secretaria para el estado de los asuntos sociales y la promoción de la mujer en el campamento de Dajla.
Y mientras que los políticos se centran en organizar la nueva legislatura y sus cabezas de lista, el desierto es cada vez más cercano para nosotras. Ya notamos su calor.
De Lápices para la Paz